domingo, 28 de enero de 2018

Pedagogía del Amor




El amor es el principio pedagógico esencial. De muy poco va a servir que un docente se haya graduado con excelentes calificaciones en las universidades más prestigiosas, si carece de este principio esencial. En educación es imposible ser efectivo sin no se es afectivo. No es posible calidad sin calidez. Ningún método, ninguna técnica, ningún currículo por abultado que sea, puede reemplazar al afecto en educación. Amor se escribe con “a” de ayuda, apoyo, ánimo, aliento, asombro, acompañamiento, amistad. La amistad significa no sólo un antídoto contra la soledad, sino también un refuerzo recíproco en situaciones difíciles y también un estímulo para avanzar. El educador es un amigo que ayuda a cada alumno, especialmente a los más carentes y necesitados, a superarse, a crecer, a ser mejores.

Amar significa aceptar al alumno como es, siempre original y distinto a mí y a los demás alumnos, afirmar su valía y dignidad, más allá de si me cae bien o mal, de si lo encuentro simpático o antipático, de si es inteligente o lento en su aprendizaje, de si se muestra interesado o desinteresado. El amor genera confianza y seguridad. Es muy importante que el niño se sienta en la escuela, desde el primer día, aceptado, valorado y seguro. Sólo en una atmósfera de seguridad y confianza podrá florecer la sensibilidad, el respeto mutuo y la motivación, tan esenciales para un aprendizaje autónomo. Educar es un acto de amor mutuo. Es muy difícil crear un clima propicio al aprendizaje si no hay relaciones cordiales y afectuosas entre el profesor y el alumno, si uno rechaza o no acepta al otro.


La pedagogía del amor y la ternura implica también que cada educador, además de amar a cada alumno y de amarse a sí mismo, ama también a todos y cada uno de sus compañeros, a los que considera aliados en la tarea común de lograr la mejora de la escuela y el logro de una educación de calidad para todos los alumnos. Por ello, combate y evita toda actitud de enfrentamiento, toda división en grupos opuestos, toda palabra ofensiva que puede contribuir a enrarecer el ambiente o a desmotivar, y cultiva el apoyo, la ayuda, la unión, la solidaridad. Es una pedagogía capaz de valorar y reconocer los éxitos y triunfos del compañero, y es también una pedagogía de la exigencia y el esfuerzo, que combate la permisividad e irresponsabilidad, la pérdida de tiempo, el clima de mediocridad y pesimismo. El centro educativo se va organizando como un verdadero equipo, unidos en la identidad y la misión, donde cada uno aporta lo mejor de sí y está siempre dispuesto a recibir de los compañeros, en el horizonte colectivo de la misión y proyecto del centro. La escuela se va configurando como una verdadera comunidad de aprendizaje, en un centro de formación permanente de todo su personal, formación que se traduce en mejoras en los aprendizajes de los alumnos.


Jesús Orlando Contreras Rincón. Citando a: Antonio Pérez Esclarín. Filósofo y Docente.